Comer rápido te puede hacer ganar más peso.
La vida tan acelerada que tenemos en la actualidad nos lleva a ejecutar automáticamente muchas actividades diarias. Bañarse, lavarse los dientes, sentarse en la silla de trabajo. Son tareas que hacemos sin prestar demasiada atención a cómo las hacemos.
Así, muchas personas almuerzan rápidamente, en el escritorio, entre monitores. O parados, o caminando en la calle, apurados por seguir con la rutina.
Si hablamos de la ingesta de alimentos, comer como si fuera un trámite, a toda velocidad, puede hacernos ganar peso y además, ser perjudicial para la salud.
Sucede que, así como a nuestro organismo le lleva tiempo sentir la necesidad de ingerir comida y enviar a nuestro cerebro la señal de «hambre», también tiene una demora en enviar la señal indicando que ya estamos satisfechos.
De hecho, esa señal de “estoy lleno” puede tardar entre 5 y 20 minutos en llegar al cerebro. Si estamos comiendo muy rápido, es probable que en ese intervalo sigamos ingiriendo comida y calorías que en realidad nuestro organismo ya no necesita.
Las personas que comen rápido ingieren entre 100 y 200 calorías extra respecto de quienes comen más lento.
Cambiar un hábito no es fácil. Hace falta prestar atención. Ser consciente de lo que estamos haciendo mientras lo hacemos.
Para masticar más veces y comer más lento, el truco más básico es dejar los cubiertos sobre la mesa, entre bocado y bocado.
Cambiar un hábito no es fácil. Hace falta prestar atención. Ser consciente de lo que estamos haciendo mientras lo hacemos.
Para masticar más veces y comer más lento, el truco más básico es dejar los cubiertos sobre la mesa, entre bocado y bocado.
José Meléndez.